lunes, 19 de diciembre de 2011

Mosaiq

El restaurante Mosaiq, en el barrio de Chamberí, es uno de los restaurantes árabes más frecuentados en Madrid. Esta cocina no tiene muchos exponentes y posiblemente Al-Mounia, tras más de cuarenta años de andadura, sigue siendo su principal representante. Mosaiq –que pertenece el mismo grupo que el indio Mumbai Massala- sigue sus pasos ofreciendo un amplio repertorio de los platos más típicos de la cocina árabe pero en un entorno más chic.  En su carta mezcla platos de origen libanés, magrebí, iraní e india, con el empleo de determinadas materias primas -cordero, yogur, sésamo, azafrán, arroz y couscous, entre otras- como denominador común.
  Mosaiq en Madrid Mosaiq

El aspecto decorativo es especialmente destacable, una vez más de la mano de Ignacio García de Vinuesa, habiendo recreado muy acertadamente el ambiente típico, con ladrillo visto y tonos calizos en unas paredes adornadas con mosaicos en colores vivos, así como con hierros forjados en mesas y sillas, lámparas acristaladas de formas geométricas, telas arabescas y gasas, todo ello con una iluminación atenuada. El local se compone de varias salas: el comedor de la planta superior; el patio interior, con palmeras, fuentes y velas y, en la planta inferior, el denominado "salón de los velos", con mesas bajas en forma de bandeja (doradas), sillones con profusión de cojines y pufs; esta estancia es más agradable para tomarse una copa tras la cena y es posible ver algunos clientes con las típicas “pipas de agua” o sishas. Las noches de los fines de semana una bailarina ameniza la velada bailando la danza del vientre entre las mesas.
En Mosaiq la carta ofrece los platos más típicos de la cocina árabe; entre los entrantes, destacar el hummus (crema de garbanzos aderezada con aceite de sésamo y zumo de limón), el tabbouleh (tomate, cebolla, hierbabuena y perejil picados con sémola de trigo), el falafel (pastelitos de lentejas y verduras variadas) y el kibbe (croquetas de cordero picado, mezcladas con sémola de trigo y especias). Entre los platos principales, consideramos “obligado” probar el couscous (sémola de trigo) de verduras y se puede continuar con el kafta (brocheta de cordero picado con especias) o un tagine -de pollo o de cordero-. Para acompañar, el pan de pita. De los postres únicamente el surtido de pasteles árabes encaja en la estética culinaria del restaurante dado que el resto se corresponde con los “clásicos” de otros estilos más actuales (“locura” de chocolate, tarta de queso con helado, profiteroles de chocolate, etc.). Quizá lo más agradable puede ser terminar la cena probando uno de sus tés.
Ofrece servicio take away. Además, los fines de semana dispone de un interesante brunch -25€ por persona- que permite disfrutar de algunos de los platos citados anteriormente.
La música, la decoración y los inciensos contribuyen a crear una atmósfera agradable. Quizá esto que es su mayor logro es también su principal punto débil, dado que se ha cuidado mucho la estética general pero no tanto la calidad en la terminación de los platos, que es claramente mejorable, así como el servicio, máxime teniendo en cuenta que no es un restaurante barato y que la cocina árabe no es de culto en Madrid, por lo que hace falta algo más que un entorno bonito para conseguir que el público repita experiencia.
Precio medio: 30 euros por persona; bebidas aparte.
Nuestra valoración general: 6,5/10
GastroTip: Recomendable para cenar en fin de semana y así disfrutar igualmente del espectáculo de danza del vientre; no para celebraciones especiales. Indicado para descubrir platos de comida árabe de distintas regiones.

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