Nuestras
primeras visitas al restaurante “bistrôt” de Ramsés nos dejaron bastante indiferentes e
incluso decepcionados con la relación calidad vs precio (ver nuestro
primer post de Ramsés).
Desde entonces hemos ido alguna que otra vez a tomar copas y a disfrutar de la
terraza (ver aquí) pero con la reciente
incorporación de Ricard Camarena como director gastronómico el restaurante ha
dado un giro muy positivo y hemos regresado al “bistrôt”.
La
decoración de Philippe Starck se ha mantenido, ecléctica y llamativa, muy
diferenciada entre el salón principal "dior" y el comedor interior (con un gran lienzo
en el techo). El equipo de sala ha cambiado, si bien conserva el perfil de
camareros extranjeros, agradables y quizá poco especializados (imaginamos que
conscientes de que la mayor parte del público de Ramsés son turistas). No obstante hemos
apreciado que el servicio ha mejorado en todos los aspectos.
La
coctelería continúa con un estilo similar e igualmente persiste el brunch de los domingos.
Donde
se ha obrado el cambio más importante es en la carta que se sirve tanto en la
terraza como en los restaurantes Petit
(más informal) y Bistro. En este
último se han introducido platos de inspiración mediterránea (excepto en los
entrantes, que son de muy diversa procedencia), de línea “saludable” y con
atención a la calidad de las materias primas. Ricard Camarena ha debido
de aportar, al mismo tiempo, el conocimiento para conseguir una elaboración muy
satisfactoria en general, tanto en su ejecución como por la presentación en la
mesa: raciones generosas, platos en su punto, a la temperatura correcta, en los
tiempos adecuados y visualmente atractivos. Hemos probado el calamar en su
tinta cremoso, el arroz de cerdo ibérico con setas y trufa negra y el steak tartar como platos principales, todos ellos
muy ricos si bien el steak
tartar tenía un sabor
diferenciado del tradicional. La carta dedica un apartado a delicatessen como
la gamba roja de Denia, las anchoas de Santoña, una selección de quesos
del mundo y caviar Baikal con blinis y mantequilla de hierbas. Entre los
restantes platos destacaríamos las alcachofas salteadas con jamón Joselito y
huevo a baja temperatura, el tartar
de corvina, el tataki de atún, la
raya a la Meunier, el arroz de bogavante azul o la paletilla de cabrito lechal.
El postre estrella es el café con leche quemada y nueces de Macadamia, del que
podemos atestiguar que está exquisito.
En
definitiva, cocina de mercado bien ejecutada y un entorno muy moderno para
disfrutar de una velada especial. Extensa carta de vinos, a partir de 25 euros.
Nuestra
valoración general: 7,5/10.
Precio medio: 40€ por persona, bebidas aparte.
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