Filandón abrió hace ahora un año, tras un largo proceso de reforma del antiguo Casa Jaime, restaurante adquirido por el grupo Pescaderías Coruñesas en 2009 y que se une a O’Pazo y El Pescador, dos de los “puertos de mar” de esta reputada firma en la capital. Actualmente está viviendo un gran éxito de crítica y público, y es necesario reservar con bastante antelación, pues está lleno tanto entre semana (ambiente empresarial) como de viernes a domingo (más familiar).
Filandón es un restaurante acogedor, cuidado, envuelto en una rusticidad moderna y pulcra, con propuestas de comida de calidad, clásica y simple, a buen precio (las raciones, además, son abundantes) y en un enclave privilegiado. La carta es suficientemente amplia para que sea fácil encontrar varios platos del gusto de cualquier comensal, y en ella se reflejan las técnicas de cocina más tradicionales, con predominio de la parrilla sobre otro tipo de preparaciones. No solo se ofrecen grandes pescados (que hayamos probado nosotros el rodaballo, el pixín, la merluza a la romana y las cocochas al pil-pil) sino que, a diferencia del resto de propuestas del grupo, también es posible saborear platos de carne excelentes (solomillo de ternera en su justo punto, steak tartare contundente). Todo ello acompañado de primeros platos o entrantes (medias raciones) tan apetitosos como las croquetas de carabineros, los chipirones a la parrilla, el pulpo (tiernísimo) y el jamón con pan de cristal con tomate (auténtica delicatesen). Merece la pena reservarse -si es posible- para los postres: en nuestra opinión la especialidad de la casa son las filloas, tan finas y exquisitas como grandes.
Con una ubicación muy cómoda, en el monte de El Pardo pero con rápido acceso desde el centro de Madrid, el restaurante ocupa una gran parcela (con aparcamiento propio) con jardines limpios y cuidados, pero deliberadamente rústicos y sencillos. La edificación, en piedra y hormigón, mezcla el estilo industrial con el campestre, y se distribuye en tres naves (con terrazas) que dan cabida a 400 comensales. Las mesas están espaciosamente distribuidas, tanto en el salón principal (alrededor de un gran hogar, que da calor en invierno) como en el resto de comedores, y su estructura es idónea para celebraciones de grupos pequeños y también grandes. En el interior predominan las maderas naturales, los tonos claros y los materiales envejecidos, pero combinados con elegancia.
El servicio es numeroso y ágil, desde la recepción al llegar al recinto hasta la despedida, con un gran número de camareros tradicionales, es decir, con oficio y saber hacer. La velada es mucho más agradable cuando hay un ritmo apropiado en la presentación de los platos y el personal pasa literalmente inadvertido…
En Filandón parece que todo está pensado para que el comensal disfrute de la comida, del entorno y del tiempo en compañía de otros. Toda una experiencia gastrochic.
Precio medio: 40€ a 50€ por persona.
Nuestra valoración general: 8,5 sobre 10.
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