El pasado mes de septiembre abrió sus puertas el restaurante Álbora en el local de la calle de Jorge Juan donde anteriormente estaba Sula. Previamente habíamos leído que se iba a reforzar el servicio de sala y la dirección de la cocina con personal de gran experiencia, intentando reimpulsar su propuesta de negocio y conseguir ese éxito que no terminó de alcanzar Sula -a pesar de que tenía algunos de los ingredientes para ello (ver post).
Desde el punto de vista estético Álbora ha experimentado cierta renovación, más acusada en la planta a la altura de la calle, que mantiene la zona gastrobar con protagonismo de la barra y mesas altas, propicia para tapeo y copas, ahora con decoración en tonos claros y mayor iluminación, que le confieren un aire más moderno. La planta superior dispone de un reservado en una de sus salones y se ha reducido el número de mesas, lo que genera más espacio entre las mismas, pero el estilo luminoso y sobrio, con madera en paredes y suelo, sigue siendo básicamente la del anterior restaurante Sula, así como los grandes ventanales con vistas a la calle de Jorge Juan.
En lo gastronómico, Álbora ofrece algunas propuestas atractivas pero con el hándicap de que la carta es breve y determinados platos están limitados a un público posiblemente minoritario, dado que existe cierto énfasis en la casquería (fina), con morros, callos y manitas de cerdo (rellenas con cebolleta trufada y que probamos con gran deleite) y además la mitad de los (pocos) platos de pescado están dedicados al bacalao…. Entre los entrantes destacaríamos el tomate relleno de chipirón con risotto –muy recomendable-, además de algunos platos de cuchara como la purrusalda y las pochas con almejas; sugerimos pedir -como entrante o incluso como plato principal- el arroz cremoso de molusco, pulpo y tuétano… exquisito. De entre los segundos, además de los citados hay otras opciones interesantes como las carrilleras de cerdo, el solomillo de buey y el jarrete de cordero. Cerrando la carta, media docena escasa de postres, de los que optamos por la torrija caramelizada con helado de plátano y canela, que no nos convenció.
En general y pese a que algunos de los platos nos resultaron muy apetecibles, tuvimos la sensación de seguir estando en Sula, no sólo porque estéticamente no ha habido un cambio sustancial, sino porque la falta de público (estaba medio vacío siendo jueves por la noche) sigue restándole encanto y además el precio (los segundos platos superan los 25€) es un tanto elevado máxime teniendo en cuenta la competencia de la zona.
Precio medio: 40€ por persona a la carta, bebidas aparte. Dispone de barra con carta informal a 10-20€ por persona.
Nuestra valoración general: 6,5/10
GastroTip: para cenar más que para comer. Posiblemente sea más recomendable la opción de la barra, con atractivos pinchos y tapas, a precios proporcionalmente más moderados y público más joven e informal. No tiene aparcacoches.
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