miércoles, 16 de mayo de 2012

Manzoni. Más “gastro” que “chic”.

La plaza de la Fuente, en La Moraleja, además de lugar de referencia de parte de la beautiful people de Madrid se ha convertido en un sitio ideal para comer, cenar e incluso tomar el café o una copa, pudiendo elegir entre cerca de una docena de restaurantes de buen nivel, no todos necesariamente caros y en general con excelentes terrazas. Hace ya un año que se incorporó a ellos Manzoni, la apuesta italiana del Grupo VIPS, encuadrado en la gama de restauración de nivel superior en la que se encuentran Iroco (también en este blog), Teatriz y Bice. A pesar de su juventud, el restaurante Manzoni y su chef -Miguel Rosa- han recibido su primer sol en la guía Repsol 2012 y una mención de honor en los últimos Premios Metrópoli.
El restaurante toma su nombre de la via Manzoni, posiblemente la calle más transitada y famosa de la italiana ciudad de Milán. Según reza la página web del restaurante, el interiorismo es obra de Bruno Borrione, colaborador de Philippe Starck – la mayor parte de los restaurantes de diseño sofisticado de Madrid son obra suya o de Ignacio García de Vinuesa-. Se trata de un local amplio, con una barra en la entrada flanqueada por unos pequeños muros que la separan de la zona del restaurante; cuenta además con una terraza muy agradable. Si bien desde el punto de vista gastronómico la calidad es alta, estéticamente está lejos de nuestras expectativas.
El comedor tiene forma cuadrangular y grandes ventanales con vistas a la terraza y a los edificios colindantes, así como una pared en ladrillo visto en la que se ubican unas mesas a modo de pequeños reservados. Siendo un local amplio, algunas de las mesas están muy separadas lo que, lejos de ser una ventaja en este caso, genera determinados espacios vacíos que lo hacen menos acogedor. Las largas cortinas de terciopelo color corinto junto con las columnas sorprendentemente –por lo poco elegante- cubiertas de espejos de techo a suelo, así como unos brazos de escayola sujetando antorchas –con bombillas parpadeantes- y una enorme lámpara de araña (que no nos resultó especialmente bonita) en un lado del salón, lejos de conferir elegancia, dan la sensación de que se ha vestido un local diáfano, pero sin darle un estilo decorativo concreto; no vemos claro que rememore la Italia clásica pese al gran mural con un dibujo similar al Panteón romano de sensación tridimensional que cubre una de las paredes. De esta forma, más que un italiano… recuerda ligeramente a un salón para banquetes. En definitiva, decorativamente está lejos de la sofisticación e incluso glamour que proclama su página web y que esperaríamos para un local de este nivel gastronómico y de precio.
 
Por el contrario, el servicio resultó muy atento y profesional y desde el punto de vista culinario la comida resultó muy buena, con una carta amplia y variada basada en diferentes propuestas de la gastronomía tradicional italiana y materias primas de calidad. Entre los típicos antipasti destacaríamos platos suculentos sobre el papel como el involtini de berenjena con mozarella ahumada y rúcula, el vitello tonnato y el carpaccio de buey con boletus y parmesano (por cierto, el gran queso que preside la barra es Grana Padano y no parmesano). Compartimos como entrante una pizza, dado que nos habían llegado noticias de su (merecida) fama y probamos la prosciutto San Daniele e stracchino (queso fresco de vaca elaborado en Lombardía) que efectivamente resultó excelente. Otras opciones de pizza recomendables serían la funghi di stagione con rucola e radicchio y la de burrata fresca in pasta di pomodoro. Entre las pastas, diversas opciones atractivas (varias de ellas a base de pasta fresca): spaghetti con almejas, papardelle con mozzarella, gnocchi de patata y radicchio, ravioli rellenos de ternera lechal y espinacas con salsa de boletus.
Como plato principal probamos la saltimbocca de ternera blanca a la mostaza de Chianti, servida con unos gnocchi igualmente ricos y la chuleta de ternera a la napolitana, muy fina, empanada y de un tamaño considerable para una persona; similar a la milanesa de ternera pero con trocitos de tomate; la carta también ofrece la chuleta gigante de ternera a la milanesa, para dos personas, que no es sino la tradicional orecchio de elefante (26 euros por persona); estando muy rica, en nuestra opinión no alcanza el nivel del escalope Armando de La Ancha, o las milanesas de Las Tortillas de Gabino e incluso del vecino Aspen.
No nos quedó espacio para probar los postres, pero habríamos pedido el soufflé de cacao con helado de pistacho, el tiramisú o la tarta de queso con salsa de frambuesas.
En resumen: cocina tradicional italiana de calidad, recomendable aunque con sobreprecio por la ubicación y por debajo - tanto gastronómica como estéticamente- de otras opciones similares como Piu di Prima, Il Gusto o Caoba (“italiano de diseño”), todos ellos en este blog.

Precio medio: 40€ por persona, bebidas aparte.
Nuestra valoración general: 7/10.
GastroTip: para comer en familia o cenar en pareja y con amigos; posiblemente por la noche gane atractivo por la atenuación de las luces. Recomendable la terraza. Público de la zona.

No hay comentarios:

Publicar un comentario