99 Sushi Bar lleva tiempo consolidado entre los japoneses de referencia en Madrid a través de sus locales en las calles de Ponzano y Hermosilla (este último galardonado en 2009 con el Premio Metrópoli a la Cocina extranjera). En 2012 ha abierto una nueva “sucursal” en el Puerto Banús madrileño en que se ha convertido la plaza de la Estafeta, en La Moraleja. Ocupa el local que servía de antiguo emplazamiento para Enrich, uno de nuestros favoritos y que lamentablemente cerró (ver Obituario GastroChic) si bien su dueño, Víctor Enrich, ya ha inaugurado su nueva apuesta gastronómica, El Pract&co (ver entrada).
99 Sushi Bar es el único restaurante japonés en la plaza de la Estafeta, pero no de la zona; en el centro comercial El Encinar está Sushispot -de Sikku Izakaya- y en el parque empresarial Miniparc de El Soto de La Moraleja podéis encontrar Inari, ambos con agradables terrazas. 99 Sushi Bar ha apostado igualmente por explotar la terraza con prioridad sobre el salón interior. De hecho, el local que ocupa no es muy amplio y presenta una decoración sobria y quizá intrascendente. Ornamentación minimalista en madera y tonos ocre y oscuros, iluminación tenue y un reducido número de mesas, sobre las que destaca la barra de sushi. La fachada exterior, presidida por unas largas varas de bambú, llama la atención por la gran cristalera sobra la que (no siempre) fluye agua, a modo de cascada zen. Cuenta con una amplia terraza, muy concurrida en la época estival, si bien carece de personalidad propia pues no está adaptada a las particularidades del restaurante y del comedor principal, sino que es exactamente igual a la de las terrazas colindantes y con ello se pierde cierto encanto respecto al interior del local.
99 Sushi Bar ofrece buenas materias primas y cuidada elaboración y presentación, con el habitual repertorio de la gastronomía nipona – sushis, sashimis y tempuras – y otros en la línea de fusión con la cocina peruana que es habitual en numerosos japoneses. Comenzamos nuestra cena con un aperitivo a base de judías edame con escabeche, siempre apetecibles y seguimos con unas gyozas de cerdo (empanadillas japonesas) algo picantes y unas vieiras a la parilla. A continuación llegó el turno de los nigiris “clásicos” – de huevo con codorniz, de hamburguesa de Kobe y de atún- si bien la carta incorpora algunos novedosos que no probamos, como los de brandada de bacalao o de sardina. Asimismo, se ofrecen diversas tempuras atractivas sobre el papel -de langostinos, vegetales o mixta, la de langostinos tigre o la de vieira (también novedosa respecto a otros restaurantes japoneses)- pero optamos por la de langostinos rebozados con copos de maíz, que estaba bastante rica por el efecto crujiente del maíz. Para finalizar nos gustó mucho el dragon maki de langostino tempurizado, buey de mar y cubierto de aguacate y el soft shell crab que ya habíamos probado en otros restaurantes. Otras opciones interesantes que guardamos para próximas visitas son el ebi tem maki, con langostino tempurizado y cobertura de alga y el toro tempura roll entre los makis, así como los tartares – la carta incluye entre otros el de chicharro y el de erizos- el bacalao negro gratinado con miso rojo, los tallarines yakisoba o la ventresca de atún con chips de loto.
El personal de sala fue amable aunque un tanto lento, máxime teniendo en cuenta que el restaurante no estaba muy concurrido. En cuanto a la relación calidad vs. precio, no lo situaríamos en el pódium de la capital española, dado que está en el mismo rango de precio que Kabuki, Nikkei 225, Kirei o Shikku Izakaya y, sin embargo, nuestra percepción fue de que su calidad está ligeramente por debajo de la de aquéllos.
Dado el alto nivel de restaurantes en la zona, muchos ellos lo que denominamos “valores seguros” (Aspen, La Máquina, Araceli, La Lumbre del Cacique, Pract&co, o Manzoni), elegiríamos antes otra opción, excepto que se quiera específicamente comida japonesa.
Nuestra valoración general: 7'5/10
GastroTip: para cenar con amigos; terraza agradable.
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