sábado, 5 de julio de 2014

ATA CLUB


Dentro de la apertura de restaurantes que -con cuentagotas- se van incorporando a la escena gastronómica madrileña acabamos de conocer ATA Club (iniciales de los propietarios). Para su andadura han escogido el local donde anteriormente se asentó La Nicolasa, a escasos metros de The Hall (ver post), si bien ha sido totalmente reformado. Está situado en planta baja aunque con grandes ventanales que propician la entrada de luz natural y cuenta con una estética minimalista que le confiere cierta elegancia, en la que predominan los tonos blanco y gris topo, con el contraste de las sillas color teja. Dos olivos ocupan el centro de la sala, en la que destacan dos grandes espacios: una zona de mesas altas más amplia de lo que suele ser habitual y, al fondo del restaurante, una decena de mesas. Un reservado y una pequeña barra para el afterwork completan las opciones. Una o dos noches a la semana tienen música en vivo, lo que según los gustos sin duda será un aliciente a favor de ir o no…
Aunque no hemos detectado una orientación gastronómica muy específica, predominan platos de la cocina mediterránea y algunos guiños asiáticos y peruanos. Como entrantes probamos la ensalada rusa del sur –generosa ración de ensaladilla rusa, correcta de sabor y buena presentación- y los huevos poché trufados sobre mousse de hongos (la carta indica que es un homenaje a Abraham García, de Viridiana), ricos pero por debajo de los “Huevos el 31” que recientemente probamos en el restaurante El 31 (ver post). Otras opciones interesantes sobre el papel son los tuétanos de ternera sobre pan de cristal, boniato y butifarra asada, el ceviche de vieiras o las alcachofas asadas con gambón.
Entre los platos principales optamos por los ravioli de speck, ricotta y flores de calabacín y el foie glaseado a la plancha con pastela de calabaza a la hierbabuena –más ricos los ravioli que el foie, demasiado hecho-; de la carta destacaríamos los tartares – de solomillo, de atún o de salmón-, el rape con aceite de oliva, la merluza en salsa verde, el Villagodio y el rabo de buey al vino tinto. Surtido amplio de postres a 5€, todos ellos apetecibles (tiramisú, tarta fina de manzana, mousse de chocolate blanco y pistacho, milhojas de frambuesa y chocolate, entre otros).
Adicionalmente, cuenta con un menú a 20€ con opciones interesantes que, curiosamente, no figuran en la carta.
El servicio es muy correcto y ágil. El equipo de sala es agradable y esmerado.
Público de corte dispar –hombres trajeados, un grupo de amigas, un matrimonio--- y no muy concurrido aunque en su descargo era el almuerzo de un lunes de verano. Por eso, le daremos un voto de confianza con la esperanza de que en el otoño/invierno se consolide como una alternativa gastrochic

Nuestra valoración general: 6’5/10
Precio medio: 25€ por persona (bebidas aparte).
GastroTip: Opción recomendable para comidas de negocios y para cenas tranquilas con amigos (los días sin música en vivo…).

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