A pesar de
llevar cerca de ciento cincuenta restaurantes descritos en nuestro blog nos sigue causando especial
satisfacción cada vez que encontramos uno nuevo del que decimos "¡que bien
hemos cenado!" al irnos. Tal es el caso de TriCiclo, restaurante abierto este pasado verano y que irrumpe en
la gastronomía madrileña con un concepto volcado en el producto fresco de
calidad como esencia de una cocina bien hecha.
Se encuentra
situado en la calle de Santa María (inaccesible en coche), paralela a la de las
Huertas. Se aleja totalmente de lo que denominaríamos "chic",
posiblemente porque ha prescindido de temas meramente ornamentales cediendo
todo el protagonismo a la satisfacción culinaria del cliente.
TriCiclo ocupa en un local en forma de “U”
con una barra, una mesa grande -de carpintero- en una zona de paso al fondo a
modo de reservado y el comedor principal, con una decena de mesas de madera desgastada
(sin ningún tipo de mantel). Asimismo hay una barra en la entrada con varias
mesas altas y taburetes. El color predominante en paredes y techos es el
blanco, prácticamente sin decoración alguna excepto algunas cajas de madera
colgadas en las paredes.
La carta está
estructurada en tres partes, cada una con su propio postre: "Del mercado
al TriCiclo", con platos en los que la estrella es el propio producto, de
los que recomendaríamos la cecina de León y el lomo de buey madurado a la brasa
con pimientos asados; "Un paseo en TriCiclo", con recetas
tradicionales a las que añaden algún toque innovador, como el salteado de
mollejas, los raviolis de rabo guisado con setas -muy ricos- o el guiso de
pollo de corral con carabineros y "Un viaje en TriCiclo" con platos
más "internacionales", como el steak tartar con huevo de codorniz y
huevas -muy bien preparado-, el ceviche de pescado blanco, el pollo tomatero en
cocotte o el taco de Rendang (cocina Indonesia). Aunque el menú ofrece
alternativas muy apetecibles no menos lo son los platos fuera de carta que nos
ofrecieron: albóndigas de caza, revuelto de boletus con butifarra
-recomendable-, cochinillo frito y confitado y unas exquisitas manitas de cerdo
deshuesadas a las que no pudimos resistirnos...
Los precios
son muy razonables especialmente para la calidad de la comida. Los platos no
sólo admiten enteras o medias raciones sino en muchos de los casos es posible
un tercio de ración -más o menos una tapa-. Servicio atento y amable.
Precio medio: 25€ por persona, bebidas
aparte.
Nuestra valoración general: 8 sobre 10
Gastrotip: Para comer o cenar. Ambiente
informal. Recomendamos dejarse aconsejar por los platos fuera de carta.
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