domingo, 13 de noviembre de 2011

Eccola Kitchen Bar: más “chic” que “gastro”.

Los bajos del hotel Meliá Los Galgos, en el barrio de Salamanca, acogen este moderno espacio en el que se puede comer, cenar o picotear, tomar una copa u organizar un evento privado. Tiene aparcacoches. Teléfono 91 563 24 73.

Eccola Kitchen Bar Hotel Meliá madrid restaurante 
Aprovechando el amplio local, Eccola pone en práctica un vanguardista concepto gastronómico y de ocio (restaurante-privé-afterwork-discoteca), en principio cool y atractivo, pero siendo esta la segunda vez que lo visitamos, seguimos pensando que la vertiente “chic” está mas consolidada que la “gastro”: el ambiente y la decoración son muy notables y la zona de copas está muy lograda, sin embargo, su cocina es mejorando.

Al local se baja por una escalera cuya pared lateral está decorada con un gran mural pintado. Una vez dentro, predominan los tonos beige, marrón y anaranjados, tanto en paredes (completadas a su vez con obras de arte en su mayor parte étnicas que suelen ir cambiando y con algún grabado de Chillida) como en el mobiliario (acabados en madera natural, mesas en materiales con aspecto de óxido), conductos de ventilación a la vista, etc.
Hay tres ambientes diferenciados: a la entrada y aislado por una cristalera, un enorme reservado con su propia barra y mesas altas, orientado a la organización de eventos y a la degustación de alguna de las cientos de botellas de vino y champagne que allí se conservan. En el centro del local se sitúa una larga barra alta con taburetes, en la que cenar sin reserva previa o picotear, mientras se degusta un cóctel, después del trabajo (recuerda a la de Ramsés). Resulta muy atractiva y a ello ayuda su llamativo acabado, similar al cuarzo. El resto de esta zona está despejado y queda flanqueado por dos barras para copas. En consonancia, esta parte el local se “anima” tras la cena, ofreciendo un ambiente discotequero –facilitado por el progresivo cambio en la intensidad de la iluminación y en el volumen de la música- hasta la madrugada, con un estilo musical que en nuestra última visita era “rociero” y que – al menos para nuestro gusto- destrozó el “encanto” del local . Por último, a mano izquierda, se accede al comedor.
La carta es completa, con precios razonables y sobre el papel, atractiva: para empezar, en nuestras visitas hemos probado la espuma de patata trufada, los langostinos crujientes y la tempura de berenjena – esta última muy popular, pues comprobamos que la pidieron igualmente varias de las mesas a nuestro alrededor; la patata trufada y los langostinos, fueron aceptables, pero las berenjenas supuestamente “tempurizadas” en realidad estaban rebozadas y un tanto crudas. Como segundos platos, hemos probado el risotto de hongos y trufa –sabroso-, las mini hamburguesas –aceptables- y el tartar de atún –sólo correcto-. De postre pobramos el falso brownie, que no estaba mal, pero resulta algo insulso frente al brownie “de verdad” y la tarta de queso con frambuesa, que estaba bastante lograda. En cuanto a las bebidas, la carta de vinos es muy extensa y los precios nos resultaron razonables.
Como comentábamos, se han volcado más en el diseño que en la calidad de la comida, pero parece que encuentran cierta aceptación entre un público concreto y no es fácil conseguir mesa sin reservar. El público suele estar formado por gente joven y de mediana edad, arreglado en general. Al menos, el servicio esta vez estuvo correcto, un tanto informal, pero sin los fallos de nuestra primera visita, posiblemente porque el restaurante está ya más rodado.
Precio medio: 25-30€ por persona, vino aparte.
Nuestra valoración general: 6,5/10
GastroTip: para cenar y no para comer, en pareja o con amigos (¡no en familia!). Ambiente moderno y cool. Recomendable como afterwork o para tomar copas por la noche.

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