Conocimos iO a
finales de 2012, pocos meses despues de su apertura. Ya en aquella primera
visita nos causó una excelente impresión la nueva apuesta gastronómica de Iñaki
Oyarbide tras el cierre del afamado restaurante Príncipe de Viana. En
esta ocasión el resultado ha sido igualmente muy satisfactorio pero, además,
han corregido los pequeños defectos que observamos en la anterior visita,
achacables sin duda a los habituales desajustes en una nueva andadura
empresarial.
Su estilo decorativo es obra del
interiorista Ignacio García de Vinuesa. iO dispone de dos plantas: desde la calle
se accede a una estancia con mesas altas y una larga barra de mármol
que ofrece un entorno propicio como cafetería o como bar afterwork. En
la planta superior y con una decoración más formal pero nada recargada se sitúa el comedor
principal. Aquí las mesas se distribuyen alineadas frente a los ventanales, con
paredes en tonos grises y madera de roble y un largo sofá en color berenjena
que recorre toda la pared. No diríamos que es especialmente
sofisticado, aunque el estilo sencillo y minimalista le da un aire moderno y
elegante. También dispone de una terraza a pie de calle frente al local
acondicionada para el invierno.
La carta ha cambiado
sustancialmente desde nuestra anterior visita aunque sigue centrada en
productos de mercado de calidad a los que aplican recetas tradicionales con un
punto de sofisticación. Mantiene algunos de los platos más característicos
de Príncipe de Viana, como la menestra de verduras (de Navarra)
o la merluza a la Romana e incorpora otros como la ensalada césar de perdiz, la flor de alcachofa de Tudela confitada, las alubias rojas de Tudela con txikis -sabrosísimas-, el risotto de setas o el venado asado con frutos rojos. Además ha introducido un
toque oriental con el sushi roll de atún, el tartar de atún o
el tiradito de pez mantequilla. Entre los entrantes probamos las
croquetas de trufa y las pavías de bacalao, en ambos casos recomendables. En
esta ocasión sí probamos los postres, en concreto la riquísima sopa de
chocolate, acompañada de unos pequeños bizcochos.
La comida en conjunto resultó
excelente. Las raciones son razonablemente generosas, por lo que
aconsejamos optar por medios platos -disponibles en gran parte de la carta- en función del apetito. Además de la faceta culinaria, tan cuidada por Iñaki Oyarbide, en este espacio gastronómico se ha prestado una gran atención a la bodega y al servicio en general, que es atento y profesional (pasan prácticamente inadvertidos).
Nuestra
valoración general: 8/10
Precio
medio: 30€ - 35€ por persona (bebidas
aparte).
GastroTip: recomendable tanto para comer como para cenar, en pareja o por negocios
más que para grupos, dado que ofrece un ambiente tranquilo.
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