martes, 22 de agosto de 2017

El Club Allard

No habíamos visitado El Club Allard desde la etapa de Diego Guerrero y gracias al magnífico regalo de unos buenos amigos hemos regresado, sorprendiéndonos muy gratamente el reencuentro con el restaurante. Desde 2014 los fogones se encuentran al mando de María Marte, a la que tuvimos ocasión de saludar al terminar la cena. Su trayectoria es digna de admiración y sus logros fueron reconocidos con el Premio Nacional de Gastronomía 2014, además del altísimo nivel que se requiere de forma continuada para mantener las actuales dos “Estrellas Michelín”.

El restaurante mantiene su ubicación en la planta baja del precioso edificio conocido como Casa Gallardo, en la calle de Ferraz, obra del modernismo madrileño, cercano a otros emblemas de la capital como la plaza de España, el Palacio de Oriente o el Templo de Debod. Cuenta con una estética muy cuidada, con predominancia del blanco en paredes y techos, de grises en suelos y mesas, muy correctamente vestidas éstas, así como grandes lámparas, recreando un estilo clásico y sofisticado.
La carta va cambiando según los productos de temporada y combina la utilización de materias primas de calidad con propuestas sofisticadas tanto en su preparación como en su presentación, repleta de elegancia. Ofrece dos menús diferentes: el denominado “Encuentro” con 10 “pases” (3 snacks, 2 entradas, 1 pescado, 1 carne, 1 prepostre, 1 postre y unos petits fours) y el menú “Seducción”, con 14  “pases” (4 snacks, 4 entradas, 1 pescado, 1 carne, 1 prepostre, 2 postres y finaliza con los petits fours). 
Disfrutamos del menú “Seducción”, del que nos gustó especialmente la arepa de plancton y caviar de Riofrío, el bombón de carabinero, el cupcake de huevo de codorniz y trufa, la carrillera de rape, los lomos de atún con cítricos, el asado negro y la picanha de Wagyu. Los otros platos que incluía el menú eran: la anguila humada, el chupito de pez mantequilla y espárrago blanco, las cigalas confitadas con ajomarino, todos ellos excelentes igualmente. Por último, el denominado “arroz del mar”, que fue posiblemente el que menos nos convenció. Como colofón, ya en los postres terminamos con la flor de hibiscus con pisco sour, queso en dos texturas con membrillo de guayaba y el cremoso de chocolate, ambos un deleite para los sentidos. Acompañamos la cena con un maridaje de seis diferentes vinos, muy trabajado por el sumiller y mayoritariamente de vinos blancos, tanto nacionales como extranjeros...
Excelente cena, en un distinguido local y en conjunto, un festín al más alto nivel.

Nuestra valoración general: 9 / 10
Precio medio: por encima de 100 euros por persona, bebidas no incluidas.

GastroTip: para celebraciones especiales. Ambiente elegante.

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