Escogimos este restaurante para una celebración
especial, tras habernos llegado excelentes referencias sobre el mismo. Está ubicado en la calle de Jorge Juan, referencia indiscutible del Madrid gastronómico más “glamuroso”
(en dicha calle se encuentran, entre otros, los conocidos restaurantes El paraguas, Quintín Ultramarinos, La Huerta
de Carabaña, La Máquina, Amazónico, Álbora...) y toma prestado su
nombre de una leyenda japonesa sobre los samuráis y los valores que
representaban: lealtad, sacrificio, perseverancia y honor.
47 Ronin abrió sus puertas el pasado otoño y es obra del chef Borja Gracia, también creador de Hattori Hanzo, una especie de izakaya y de Panda Pastisserie, una pastelería japonesa, ambas cerca de la
plaza del Callao. Borja Gracia, como
él mismo nos contó, se formó en Nueva York y Tokio y ha logrado diferenciarse
con sus innovadoras creaciones, logrando un restaurante japonés lejos de lo que
estamos acostumbrados, entre otros aspectos porque -como reza su carta- es “the japanesse with no sushi”.
El frontal
del local cuenta con una enorme cristalera y, nada más entrar en el mismo, llama
la atención una preciosa réplica de un arce japonés, alrededor del cual existe
una zona de mesas que se completa con un espacio separado provisto de una barra
en forma de “L”, donde se preparan los platos a la vista de los comensales.
Domina el color negro en todo el local.
Se puede comer a la carta u optando por el
menú “3 platos” (45 euros por comensal y disponible a mediodía) o el menú degustación “Hajime” (que significa “comienzo” en
japonés). Escogimos este último para conocer en toda su extensión su cocina. Comenzamos con un sashimi de toro con semillas de sésamo negro y
seguimos con el erizo con panna cotta
de coliflor, con un profundo “sabor a mar”; a continuación, un mochi de arroz glutinoso, con apio y nabo y, tras él, la vieira con
atún seco; seguimos con la caballa ahumada a la madera de roble, con un interesante "sabor a leña" y una deliciosa anguila flambeada con sésamo negro. Terminamos con unas
pequeñas láminas de ternera gallega con curry... muy rica y, como broche final,
unos petit fours y el crujiente de mochi con
vainilla y coco.
El
servicio muy atento y amable; describía cada uno de los platos detalladamente.
El sumiller nos realizó interesantes propuestas para maridar los platos con
diferentes vinos tintos y blancos, muy apropiados en general.
Exquisitos,
innovadores y con cuidada puesta en escena de todos los platos, son algunos de los
calificativos que nos surgen de la experiencia en 47 Ronin, al que auguramos éxitos en su trayectoria.
Precio medio: 72 euros por persona, bebidas aparte (menú “Hajime”). Requiere pago anticipado de 30 euros por comensal.
Nuestra
valoración general: 9
sobre 10
GastroTip: elegante y formal; para celebraciones
especiales; no para ir con niños.
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