Hace poco más de un año que el restaurante Virú (río que dio nombre a la cultura pre-inca al norte del Perú), se unió a los exponentes de la cocina peruana en Madrid, en la que nos iniciamos hace tiempo a través del Intí de Oro y que está teniendo un empuje creciente gracias al laureado Gastón Acurio. Virú, de la mano de Kiko Zeballos, se posiciona directamente en la alta cocina andina, aunque sin la fusión con la japonesa presente en Astrid & Gastón, Asiana Next Door y Nikkei 225 (todos ellos comentados en este blog).
El restaurante se distribuye en dos plantas sin grandes alardes decorativos, a excepción del enorme mural en tonos azules que da un toque de color al local en la zona superior. Desde el pasado verano, el espacio de esta planta se denomina –al menos en la teoría- Quri Bar, con la intención de reconvertirlo en un gastro bar donde ofrecer raciones de comida típica peruana, acompañadas del clásico pisco sour (combinado a base de aguardiente de uva y, en este caso, lima y una gradación de alcohol no despreciable) u otra bebida. El juego de luces genera una claridad un tanto excesiva, en especial para los comensales situados en el banco que se extiende a lo largo de la pared del fondo (la luz de los tubos fluorescentes cae directamente sobre esta zona). Para cerrar el capítulo relativo al “continente”, debemos poner un pequeño pero al ruido que circula por el local, quizá por su configuración y los materiales empleados en su decoración.
La clientela es de edad media y cierto nivel; también alguna pareja joven, de cuidado aspecto.
Virú combina en su carta platos tradicionales de la cocina andina con otros de mayor sofisticación. Ofrece asimismo dos menús degustación, el menú con escamas, a un precio de 40 euros y el menú gran Virú –más largo- a 70 euros.
Iniciamos la comida con una muy apetecible cesta de panecillos -de amapola, centeno, y trigo- acompañados de dos salsas, una de aceitunas y otra de ají amarillo y como bebida, sendos pisco sour. Dado que no somos expertos en la cocina peruana, optamos –y acertamos plenamente- por el menú con escamas: comenzando con una crema de aguacate con curry tailandés seguida del clásico tiradito –cortado en tiras y acevichado por el marinado- de salmón con vermicelli de arroz; a continuación el tiradito de pulpo y anguila; le siguieron los langostinos dos texturas, con crema de cacahuete, especialmente ricos y finalizamos con la lubina a la parrilla con una salsa de chimichurri. Como postre, granizado de aguaymanto.
Del resto de la carta, queremos destacar como entrantes algunos de los platos peruanos tradicionales: el ceviche (clásico, de corvina, o mixto con corvina, mejillones, chipirón y langostino) y los tiraditos (el Asia_Perú, de atún, o el de pulpo y anguila), o el pulpo braseado. Entre los pescados: pez mantequilla, pargo a la parilla, raya escabechada, ventresca de bonito y el arroz criollo (con vieira, chipirón y pez mantequilla). De las carnes: el ají de gallina y el brazuelo crujiente de cochinillo.
Como resumen, la comida estaba muy rica, aunque las raciones son un tanto minimalistas… Los precios están ligeramente por debajo de los de Astrid & Gastón, siendo la calidad comparable. Este último ofrece un estilo más formal y elegante y posiblemente esté por encima de Virú en estos momentos. Para un primer acercamiento a la cocina andina, aconsejamos conocer Astrid & Gastón; para los que ya lo conozcan, Virú es una opción segura. Eso sí, la calidad se paga… en ambos.
Precio medio: 50€ por persona; bebidas aparte.
Nuestra valoración general: 8/10
GastroTip: Sorprende a tu pareja o a tus amigos con una propuesta diferente y especial. Imprescindible probar el pisco sour.
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