Tras varios años sin visitar este restaurante, qué mejor que regresar con una gran amiga. Apenas ha habido cambios en este tiempo: la elegante decoración, la calidad de la comida y el ambiente tranquilo del restaurante permanecen, e incluso el jefe de sala es el mismo que antaño. Estos antecedentes avalan que, después de tantas temporadas, Il Gusto siga estando en el grupo avanzado de la alta cocina italiana en Madrid donde sólo unos pocos, Piú di Prima y Caoba entre ellos –ambos en este blog- compiten con él. Pertenece al Grupo Oter (con otros restaurantes ya consolidados en Madrid, como Gerardo, Oter, La Leñera y El Telégrafo, entre otros) y está situado en el número 27 de la calle de Espronceda, cerca de la calle de Ríos Rosas. Tiene aparcacoches.
Il Gusto apuesta por una decoración neoclásica (predominio del dibujo y las formas sobre los colores, con frescos representativos de anatomías “perfectas”), que se plasma en tonos beige, columnas de estilo romano, mármoles y frescos en distintos puntos del salón. Las mesas están razonablemente separadas; las luces, tenues y en general, un ambiente tranquilo e intimista, aliciente para conversaciones sosegadas. Esta decoración más clásica se compagina con unos toques modernos, como la cocina presente tras un cristal y la bodega a la vista. El conjunto resulta muy agradable.
La carta se basa en platos tradicionales de la cocina italiana, con un toque de creatividad (aunque sin llegar a la sofisticación del restaurante Caoba) y excelentes materias primas servidas en raciones generosas. Se aprecia una clara apuesta por la pasta fresca, con los tagliatelle picantes con gamba roja, los spaguetti con almejas o con rape, chopitos y pulpo y los raviolis de foie. Del resto de la carta, como entrantes resultan muy atractivos los saquitos de queso ricotta y carabineros y los huevos de corral con trufa (blanca o negra). Como platos principales, además de la pasta ofrecen carpaccios (de buey, de ternera blanca o de pulpo), risotto a la milanesa (con azafrán y ossobuco) o con setas y teja de parmesano, especialmente exquisito este último (acompañado con trufa blanca por ser la temporada en estos momentos), pescados y carnes (especialmente recomendable el solomillo de buey al foie y el clásico ossobuco de ternera con rissoto al azafrán). De los postres, excelente el tiramisú (casero). No podemos dejar de mencionar los panecillos de elaboración casera, servidos en un cestillo.
Por último, cabe destacar que el servicio es muy atento y profesional, algo que hoy en día no se encuentra fácilmente. Considerando la calidad de la cocina, el esmero en el servicio y la sofisticación del ambiente, es fácil intuir que los precios son altos.
Precio medio: 35€ por persona, bebidas aparte.
Nuestra valoración general: 8/10
GastroTip: local bastante formal; ambiente tranquilo.
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