Resulta difícil entrar en el restaurante Café Saigón y no evocar la película “Indochina”, esperando que de un momento a otro Catherine Deneuve descienda por la escalinata que preside el local.
Situado al comienzo de la calle María de Molina, este restaurante abrió hace unos diez años, convirtiéndose en su momento en un referente en la cocina oriental sofisticada en Madrid. El paso del tiempo y, sobre todo, el aumento de la competencia por el reciente apogeo de la cocina asiática ha ido menguando su brillo pero aun así sigue siendo un local con un indudable encanto, muy apropiado para una cena tranquila y celebraciones románticas. A ello contribuye la decoración de estilo colonial, muy lograda gracias de nuevo a Ignacio García de Vinuesa (presente en muchos otros restaurantes chic de Madrid), a base de teka y bambú, grandes plantas en distintos puntos del restaurante, ventiladores con aspas y una luz tenue. Todo ello, unido a la razonable distancia entre mesas, confiere un ambiente agradable e íntimo que invita a la conversación.
Este establecimiento pertenece al Grupo Saigón, en el que se encuadran entre otros Tse Yang y Le Dragón –ambos comentados en este blog- así como Furama (japonés) y Petit Café Saigón (en el hotel Meliá Castilla), hermano pequeño de nuestro protagonista de hoy. Aunque hay platos de otras cocinas orientales esencialmente es cocina vietnamita, con algunas propuestas más picantes y cercadas a la tailandesa; ello permite disfrutar de platos diferentes a los tradicionales de la comida china. No inmune a la crisis, han ideado una especie de “pasaporte” para promocionar la idea del “tour culinario” por los demás restaurantes del grupo, así como ofertas especiales para determinados días de la semana e incluso servicio de take away.
En nuestras visitas a Café Saigón hemos probado diversos platos de la carta y en alguna ocasión los menús: tanto el “Colonial” como el “Indochina”, ambos recomendables y a precios entre 28€ y 32€.
De la carta, sugerimos probar los rollitos imperiales Café Saigón – más ricos que los rollitos tradicionales-, los dumplings y el hakao de langostinos. Entre los platos principales, los langostinos picantes Café Saigón, los cangrejos fritos en tempura (curioso plato, a simple vista es como si te comieras un cangrejo con caparazón blando y temporizado) y el magret de pato con berenjenas al curry -más picantes las berenjenas que el magret-. Como acompañamiento cualquiera de los tallarines, sean con marisco al estilo Thai –los más ricos, aunque de nuevo picantes-, los crujientes con pollo o los de arroz con ternera. Los postres no nos suelen llamar especialmente la atención en este restaurante.
De la carta, sugerimos probar los rollitos imperiales Café Saigón – más ricos que los rollitos tradicionales-, los dumplings y el hakao de langostinos. Entre los platos principales, los langostinos picantes Café Saigón, los cangrejos fritos en tempura (curioso plato, a simple vista es como si te comieras un cangrejo con caparazón blando y temporizado) y el magret de pato con berenjenas al curry -más picantes las berenjenas que el magret-. Como acompañamiento cualquiera de los tallarines, sean con marisco al estilo Thai –los más ricos, aunque de nuevo picantes-, los crujientes con pollo o los de arroz con ternera. Los postres no nos suelen llamar especialmente la atención en este restaurante.
En general, una comida de calidad satisfactoria y platos diferentes a los de otros restaurantes asiáticos que frecuentamos. El servicio, muy correcto y agradable, está formado en su mayor parte por personal asiático, que atiende con discreción y agilidad. En verano ofrece una mini-terraza urbana en la parte trasera del local.
Precio medio: 30€ por persona, bebidas aparte.
Nuestra valoración general: 7/10.
GastroTip: para cenar más que para comer, especialmente en pareja pero también con amigos. Ambiente tranquilo e intimista.
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