Encontramos este restaurante por casualidad hace unos meses, cuando íbamos camino de una cena con unos buenos amigos en el italiano Comme Prima. Está en el número 16 de la calle del Prado, a unos cien metros de la Plaza de Santa Ana. Tiene otro local, Lamucca de Pez, en la calle de Carlos Cambronero.
Desde el punto de vista estético, sigue la línea neoyorquina que hemos encontrado últimamente en otros sitios de moda de Madrid (Bar Tomate, comentado en este blog) con grandes ventanales, ladrillo visto en las paredes y conducciones de aire por el techo. Hay una gran barra y mesas altas, en las que tomar una copa o picotear. El resto del comedor lo componen mesas de madera, pilares metálicos que recuerdan a las antiguas farolas de Madrid y suelos con grandes losetas de mármol negro con veta blanca, completan la decoración, que en conjunto ofrece un estilo informal a la par que agradable y atractivo.
Estuvimos comiendo un domingo y apreciamos bastante rotación en las mesas (acorde con el concepto que ofrece el restaurante), llenas de un público variopinto y nutrido en gran medida de turistas -algunos de ellos extranjeros- vecinos del barrio y gente de visita por los museos próximos. Posiblemente entre semana y por la noche cambia el perfil hacia un público más joven y desenfadado. En varios sitios te anuncian que están en venta las sillas, mesas, etc. aunque no terminamos de ver el posible atractivo…
Estuvimos comiendo un domingo y apreciamos bastante rotación en las mesas (acorde con el concepto que ofrece el restaurante), llenas de un público variopinto y nutrido en gran medida de turistas -algunos de ellos extranjeros- vecinos del barrio y gente de visita por los museos próximos. Posiblemente entre semana y por la noche cambia el perfil hacia un público más joven y desenfadado. En varios sitios te anuncian que están en venta las sillas, mesas, etc. aunque no terminamos de ver el posible atractivo…
Gastronómicamente Lamucca ofrece un concepto similar al mencionado Bar Tomate, con una comida sencilla (“fácil”) y atractiva -sin encuadrarse en un estilo concreto- pero, en definitiva, rica; platos conocidos que a todos gustan y con una calidad razonable (por encima del Bar Tomate, aunque el público no es tan "pijo" y por ende Lamucca no encaja como afterwork). La carta contiene muchos de los platos y estilos culinarios preferidos de los dueños del restaurante y que van desde oriente (hummus) hasta occidente (pasta). Elegimos como entrante una tabla mixta de embutidos (muy rica la butifarra y los mini fuets), pero también tenían buena pinta las croquetas de jamón y los nachos -según dice la carta “todos pican”-. Después pedimos el pad thai y la pizza de boletus, muy buena y sabrosa, con una fina masa. Nos quedamos con ganas de probar la pizza de pulpo y la hamburguesa Lamucca, que estaba muy solicitada en las mesas de alrededor. Muchos postres atractivos, todos a 5€, como el coulant con mandarina (por el que optamos), la mousse de chocolate con bola de helado y el helado de tarta de Santiago, que probaremos en nuestra próxima visita.
El servicio fue tremendamente amable. En definitiva, una experiencia muy satisfactoria, con buena relación calidad/precio.
Precio medio: 20-25€ por persona, sin vino.
Nuestra valoración general: 7,5/10
GastroTip: para comer o cenar, con amigos o grupos de chicos/as. Ambiente informal, comida rica y precios razonables.
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