En la calle de Jorge Juan, cercano a la esquina con Velázquez, se encuentra este restaurante. Abierto hace unos cinco años, comparte chef- Alberto Chicote- y propietario con NODO (ya comentado en este blog), se trata de un local fashion y vistoso. Situado en una zona del barrio de Salamanca en la que han existen restaurantes con diferente nivel de interés gastronómico (El Paraguas, Alkalde y Sula, por un lado e Iroco, O´live y Oven 180, por otro) y rodeados de tiendas con las últimas tendencias en moda.
Se ubica en el edificio de una antigua tahona. Nos gustó desde el principio por algunos de sus platos y, especialmente, por la decoración y ambiente general y acudimos a él con cierta frecuencia. Tras un salón inicial con vistas a la calle, decorado en tonos claros, se atraviesa una especie de pasillo con luces atenuadas, paredes en ladrillo visto y mesas altas con taburetes, para llegar a la parte interior, más bonita, también de ladrillo visto, pero con grandes ventanales de techo a suelo, que se abren en verano y dejan vistas a un patio interior al que han conseguido dar un bonito toque con agua y cambios de luces. Muy original la iluminación conseguida, basada en unos pequeños focos orientados a unos espejos encima de cada mesa y que con ello reflejan indirectamente su luz sobre las mismas.
Todo ello, contribuye a crear un ambiente agradable -incluso íntimo-, a la par que funcional, que hace que sea más recomendable para cenar, que para comer y mucho más agradable la parte interior, que la situada junto a la entrada. Los únicos “peros” que le ponemos, son el servicio, en ocasiones no todo lo atento y diligente que podríamos esperar para el precio del restaurante y la distribución de las mesas, que están demasiado juntas (en NODO pasa lo mismo).
La primera vez que fuimos nos sorprendió la aparición del camarero, con la planta de albahaca dentro de la maceta y tijeras en mano, que corta unos trocitos sobre un plato previamente regado con aceite de oliva, para acompañarlo a modo de aperitivo con la selección de panes que te ofrecen, de los que el de aceite está especialmente bueno.
La comida no es excelente, pero la carta cuenta con suficientes platos para que puedas encontrar alguno atractivo. Aunque suele desaparecer de la carta de vez en cuando, nos encanta comenzar con los sándwiches de sobao con foie y mermelada de zanahoria, aunque también solemos optar por la ensaladilla rusa (con espuma de mahonesa y huevas de trucha) o las berenjenas fritas con hummus. Como platos principales, alternamos entre las albóndigas trufadas, la pluma de cerdo a la parrilla con miel y el pulpo a la brasa.
Público maduro y en general, elegante, integrado por amigos/as, turistas de paso por Madrid y gente guapa. Conviene reservar con cierta antelación y aunque no hay aparcacoches, está muy cerca el parking de la calle Velázquez.
Precio medio: 35 € por persona, sin vino.
Nuestra valoración general: 7,5/10
Gastro Tip: para cenar, con pareja o amigos, en un entorno agradable y moderno; con un precio ligeramente superior a la calidad de la comida y servicio ofrecidos.
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