Hace tres años
comimos en Sergi Arola Bistrot y nos
convenció sin ninguna duda (ver post).
Tras diversos
avatares económicos el laureado chef volvió
a abrir su restaurante en 2014, apoyado en un lavado de cara estético (ya no
hay mesas alineadas en el comedor rectangular a lo largo del banco corrido,
sino mesas redondas, con manteles de piel, sí piel, y más espaciadas) y un
modelo de negocio estacional; el restaurante abre dos trimestres al año
alternos. Además, la planta baja (“sótano”) alberga una “vermutería” llamada SOT que –según hemos leído- resulta muy
agradable para tomar una copa o tapear.
Nosotros
optamos por el menú intermedio, que nos permitió experimentar una proporción
importante de los platos de la carta. Como preludio, llegaron a la mesa los
clásicos snacks y bocaditos (candy de
anchoas, “bomba” de la Barceloneta, tortita de camarones, etc., y las
imperdonables patatas bravas mixtas). A continuación tomamos una porción de
lasaña de aromáticas y flores, espárragos verdes y caldo de jamón ibérico que,
lamentablemente, estaban casi fríos y nada suculentos (la combinación de
ingredientes y elaboraciones no funciona). Seguidamente (quince minutos después
sin explicación alguna) nos sirvieron la molleja de ternera asada cuya espera
sí mereció la pena con creces puesto que estaba rica y en su punto… Posteriormente
probamos la caballa “shimesaba” al toque de vermut y falso escabeche, de nuevo
decepcionante por la calidad de la materia prima y la combinación de sabores,
entre ácidos y amargos. Tampoco ayudó el hecho de que al depositarlo en la mesa
se cayeran varios elementos del plato sin que la camarera hiciera nada al
respecto. Para continuar tomamos el secreto de cerdo ibérico “bulgogi” con cuscús
de coliflor que sí nos convenció aunque también llegó parcialmente “deconstruido”
a la mesa y, como postres, la conocida “maceta” de Sergi Arola a base de wasabi, ginseng, chocolate blanco y pistacho, y el soufflé de galleta Oreo y helado casero de stracciatella. Al finalizar nos trajeron unos dulces y golosinas
característicos también de la casa, ricos y refrescantes.
En cuanto a
los camareros y servicio en general, si bien tanto Sara Fort en su papel de
jefa (y con su perenne cazadora de cuero) estuvo a la altura del caché del
restaurante, el resto del equipo de sala se comportó de forma algo inexperta y deslavazada
(quizá el ciclo de aperturas y cierres perjudica la estabilidad y formación de
los empleados).
Como conclusión: Sergi Arola es seguramente un
extraordinario cocinero (añoramos los tiempos de La Broche) pero a día de hoy y por el mismo precio no puede
competir con Diverxo, Ramón Freixá y
otros restaurantes de lujo en Madrid (y mucho menos si la comparación es con
Barcelona). Se echa en falta su presencia y supervisión de los detalles tanto en
la cocina como en la sala; se nota en exceso su apartamiento del día a día.
Nuestra valoración general: 7 / 10
Precio medio por persona: 100-150€.
GastroTip: recomendamos
pedir a la carta y olvidarse de los menús, que resultan excesivamente caros
para lo que ofrecen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario