lunes, 24 de junio de 2013

Cañadío: sabores de Cantabria.

En compañía de dos buenos amigos hemos disfrutado de este gran representante de la cocina cántabra en Madrid, un tanto desconocida para nosotros y con menos exponentes en nuestra ciudad que otras gastronomías aledañas como la asturiana.  Cañadío abrió hace poco menos de dos años con la intención de continuar el éxito de la casa madre, emblemático restaurante en Santander con más de treinta años a sus espaldas bajo la batuta de Paco Quirós y Teresa Monteoliva.
 
"Rozando la exquisitez" es la expresión que podría definir nuestra experiencia culinaria. Cañadío ofrece una  cocina de "autor" basada en especialidades cántabras tradicionales con ciertas dosis de creatividad.

El local está situado en la popular calle del conde de Peñalver, con terraza a pie de calle (excesivamente ruidosa debido al tráfico de la zona). Tras la amplia barra de la entrada (propicia para pinchos y raciones y con un público bullicioso y animado) se sitúan dos estancias: la de la planta principal, con cocina vista y ambiente un poco más informal y la planta superior, de cariz más serio, con fotos del casco viejo de Santander en las paredes; el rojo intenso presente en la sillería de ambos salones confiere un estilo moderno y elegante al conjunto.

La carta es amplia y, aunque no es barato, dada la calidad de los platos podríamos decir que sus precios son razonables y resulta difícil la elección entre tanto manjar. Comenzamos la velada con un aperitivo de la casa a base de buñuelos de bacalao -muy ricos- y gazpacho de fresa. Entre los entrantes optamos por el huevo con foie, boletus y jugo de carne -muy bueno- y el cachón (una especie de sepia) con arroz tipo risotto bañado en (un exceso de) tinta. Otros entrantes muy apetecibles eran el  pudin de cabracho -homenaje a Arzak -, el pastel de perdiz con salmorejo, el carpaccio de ciervo o las croquetas cremosas de chorizo- dicen que son excelentes.

Entre los pescados la estrella es la merluza, de la que probamos la tajada a la plancha con tomate picado -deliciosa-, aunque también la preparan sobre salsa verde con tallarines de calabacín, en cogote, o en buñuelos en tempura con un suave alioli. De las carnes, exquisito el rabo de vaca deshuesado con mollejas, aunque otras atractivas propuestas son la carrillera de novilla estofada, los escalopines rellenos de jamón y queso de Liébana con salsa de boletus y puré de patatas, las puntas de solomillo con uvas y foie o las manitas de cerdo rellenas con escalope de foie.  Como postre pedimos directamente la tarta de queso, de la que habíamos leído que es de las mejores de Madrid y realmente fue un colofón sublime.  

Excelente cena, buena relación calidad-precio y servicio atento y eficaz. 

Nuestra valoración general: 8/10
Precio medio: 45€por persona, bebidas aparte
GastroTip: para ocasiones especiales y auto-homenajes. Mejor dentro que en la terraza. Por las noches dispone de aparcacoches.

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