Hacía tiempo que queríamos conocer este restaurante japonés, del que nos habían llegado buenas referencias. Es el más antiguo de Madrid (cumple ahora 39 años) y se aleja totalmente de la tendencia chic que predomina en las recientes aperturas dedicadas a la cocina japonesa. Naomi coupa un local discretísimo al que no se llega por casualidad dado que está situado en la calle de Ávila (entre las calles de Bravo Murillo y General Perón), una zona muy poco turística. Su estética (o su carencia de ella) encaja más con la que posiblemente podríamos encontrar en muchos locales de Japón: una decoración sencilla y funcional, con algunos adornos típicos nipones. El reducido espacio del comedor está muy bien aprovechado: dispone de una decena escasa de mesas occidentales, una pequeña barra de sushi y una zona de mesas bajas para comer sentado sobre el tatami, a la manera más tradicional.
La carta es breve pero con suficientes opciones para escoger, con las habituales tempuras, sopas, tallarines, algunas carnes y pescados y, por supuesto, sushi y sashimi. Comenzamos con la clásica tempura de langostinos rebozados (ebitempura), correcta, y continuamos con los tallarines sobakarei, muy ricos y recomendables, con curry. Tras los platos calientes llegó el sushi variado, con siete niguiris (salmón, atún, pez mantequilla...) y tres makis de atún y finalizamos con un maki mixto, con seis piezas de atún y otras tantas de salmón. Todos ellos bastante alejados del nivel que podemos encontrar en otros restaurantes japoneses de la capital. Entre los postres, optamos por un helado de judía roja, que nos soprendió con un sabor muy agradable para terminar la comida. Como curiosidad, sirven té pero no cafés. El servicio fue ágil y cortés.
Precio medio: 25€ por persona, bebidas aparte
Nuestra valoración general: 6'5/10
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