En los comienzos de este blog en agosto de 2011, uno de nuestros primeros posts fue dedicado a la cocina india (ver). En él hacíamos un breve repaso de sus exponentes en Madrid y aunque mencionábamos Tandoori Station, recientemente hemos vuelto a este restaurante y hemos descubierto con satisfacción la transformación que ha experimentado. Los cambios afectan más al espacio y diseño del local que a la cocina, en línea con nuestra apreciación de aquel primer post que escribimos, en el que ya dábamos cuenta de la calidad de su cocina, pero igualmente reflejábamos lo minúsculo del (anterior) local y el bullicio reinante.
En sus siete años de andadura, Tandoori Station ha ido creciendo en popularidad, hasta el punto de que recientemente, un popular chef -Alberto Chicote- se refirió a él como “….el mejor restaurante indio de Madrid…”. Ello ha llevado a sus propietarios (el pakistaní Nadeem Siraj Begum y su esposa Nuria) a ampliar considerablemente la superficie del restaurante. Para ello han adquirido otros cuatro locales adyacentes al original, situado en pleno barrio de Salamanca; estéticamente también ha evolucionado -a mejor- en la misma línea fresca y moderna, alejada del clasicismo presente en otros restaurantes indios como Mumbai Massala o Annapurna; su decoración representa un estilo “industrial”, con tonos grises y negros en paredes y mesas, conducciones de aire a la vista, grandes fotos de rostros de la India en las paredes y ventanas simulando los vagones de un tren -incluso con maletas colgadas en estantes- en alegoría a una estación del metropolitano de Delhi. Por último y pese a todo lo anterior, las mesas siguen estando un tanto juntas…
Desde el punto de vista gastronómico, la carta apenas ha variado. Sigue siendo muy completa y recoge los platos tradicionales de la cocina india. Como es habitual, nos obsequiaron con el tradicional aperitivo, las papadum, que son unas tortas crujientes de lentejas con cominos acompañadas de tres salsas (yogur, menta y curry picante). Comenzamos compartiendo unos típicos entrantes: las samosas (empanadillas caseras rellenas de patata, guisantes, especias y semilla de cilantro) y las pakoras (verduras rebozadas en harina de garbanzos y especias), más ricas las primeras que las segundas. Continuamos con una de sus especialidades, el reshmi kebab, que es una carne picada de pollo con especias y hierbas aromaticas, asada en horno tandoori. Como plato principal, optamos por nuestros “currys” favoritos: el murghi ka korma (con salsa de almendras) y murghi ka tikka massala (con salsa cremosa de especias y hierbas aromáticas), ambos de pollo y de sabor suave. Estaban muy sabrosos, aunque las raciones no fueron especialmente generosas. Acompañamos los “currys” con el tradicional chawal (arroz blanco basmati al vapor) y el siempre apetecible panner naan , relleno de queso.
El equipo de sala en general resultó atento y amable. Nadeem está muy pendiente tanto del comedor como de la cocina y atiende personalmente las mesas, tomando nota de las comandas.
Precio medio: 25€ por persona, bebidas aparte.
Nuestra valoración general: 8/10.
GastroTip: Ambiente agradable e informal, recomendable para comer en pareja o en familia. También preparan comida para llevar. Para amantes de la cocina india y celebraciones especiales, pese al indudable atractivo de este restaurante, creemos que Annapurna está por delante…
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