Ya desde la entrada se aprecia un aroma inconfundible a queso. Esto podría ser un hándicap para cualquiera que no sea fan de este producto. A pesar de los platos “anti-queso” –así se indican en la carta- es decir, las mismas recetas pero eliminando el ingrediente “queso”, resulta difícil abstraerse al olor y a la presencia visual de este elemento por todo el local. Por ello, no recomendamos ir con expectativas de probar “otras cosas”.
Fiel a la distribución predominante en los restaurantes de reciente apertura en Madrid (espacios diferenciados) Poncelet Cheese Bar presenta una zona de mesas altas y larga barra en la entrada (perfecta para aperitivo o merienda), seguida de un amplio corredor con mesas que conduce al comedor principal, en una gran sala diáfana en la que destacan algunas mesas bajas con sofás y sillones y, por encima de todo, un “jardín vertical”: una pared completamente cubierta de plantas. Éste es un detalle original y lo cierto es que la combinación con las paredes blancas y la madera en color natural presente en mobiliario y suelo, de clara inspiración nórdica, contribuye a crear un ambiente desenfadado y moderno con un toque “ecológico” y tradicional. En la planta de arriba hay una biblioteca. Las dimensiones del local y su versatilidad permiten hablar de un multi-espacio –igualmente funciona como tienda- en el que desayunar (desde las 8.30am), comer, cenar, organizar una cata u otro evento, o simplemente tomar un aperitivo con una tapa de queso.
Por esto mismo, el público es necesariamente heterogéneo (desde turistas hasta amas de casa, pasando por gente de las oficinas de la zona, al menos en el horario de comida).
Además de la carta puramente de quesos, en la que encontramos decenas de referencias, hay una carta de “barra”, con tapas y raciones (cocas, sándwiches, croquetas, etc.) y otra gastronómica con un sinfín de platos con y sin queso: ensaladas, pizzas, racklettes y fondues (17,50 €/persona), pasta, pescados, sopas y carnes. En nuestra reciente primera visita hemos probado el risotto con hongos (lamentablemente algo duro), los tacos dorados (muy ricos) y los spaghetti carbonara (intensos en queso), así como la cheesecake (también la hay con queso Stilton, aunque mucho más fuerte).
El servicio nos resultó agradable y atento ya desde la entrada. Nos llegó una encuesta de calidad esa misma tarde (habíamos hecho la reserva on-line) y posteriormente un correo electrónico del gerente del restaurante, interesándose por algunas de nuestras valoraciones. Un valioso ejercicio de feedback que esperamos contribuya a depurar el desliz culinario que comentábamos antes. Por otra parte, estos son entendibles en todo local en rodaje, por lo que seguramente repetiremos la experiencia dentro de algún tiempo.
Precio medio: 20€-25€
Nuestra valoración general: 7/10
Gastro Tip: Agradable restaurante, más para ir a comer que para cenar. El personal es muy atento. No te apuntes si no te gusta el queso.
Me encanta el queso pero este sitio se me atragantó un poco, quizá demasiado... Hay que reconocer que es único en Madrid, eso sí (hasta donde yo sé)
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