Ubicado en la Costanilla de San Andrés, 12 (plaza de la Paja), en una zona de difícil aparcamiento pero plagada de sitios para comer o tomar algo (El Cosaco para comida rusa, Délic para picoteo y copas, etc.).
Situado en los bajos del restaurante La Musa Latina –un clásico de esta zona-, Junk Club es una apuesta culinaria algo extravagante y decididamente kitsch. Su estilo sorprende incluso antes de entrar: la reserva es confirmada por sms, e incluye una contraseña que ha de ser comunicada a la llegada al restaurante al camarero que te observa a través de la mirilla de la puerta. Una vez dentro, parece que nos hemos transportado a una película de Almodóvar: los dos pequeños salones abovedados de ladrillo visto blanco se adornan con mobiliario retro y aparentemente desgastado, piezas extrañas, una pared recubierta de libros abiertos y una ambientación musical ad hoc. Lo bueno es que hay pocas mesas y están distribuidas de forma amplia, lo cual contribuye a la tranquilidad general del sitio. La clientela es más bien “alternativa” y con presencia de estudiantes extranjeros (al menos ésa fue nuestra experiencia).
La carta es breve y original. Ofrece platos fáciles y sencillos, a precios muy competitivos (entre 9 y 12 euros). La estrella es la hamburguesa (de buey, con pan de cerveza negra), aunque nos sorprendió gratamente el “popcorn” de pollo (servido en un cubo de cartón con palomitas, como los que hay en los cines) y también el salmón marinado (preferiríamos que no lo estuviera) a la plancha con mostaza dulce, espinacas crudas y tomate. La comida está rica, aunque el local destaca sin duda por el ambiente, más que por la elaboración culinaria. Por último, merece la pena probar alguno de los postres (4 euros), con referencias a títulos de películas: Mars Attacks! (barra de chocolate Mars frita) o el Pijama Junk.
El servicio (dos camareros con un estilo y vestimenta acordes al espíritu del local) es muy bueno: rápidos, agradables, eficientes. Llama la atención que recibimos una encuesta por email después de cenar allí.
Nuestra valoración: 6/10
GastroTip: experiencia alternativa y retro; más para cenar, que para comer. Precios anti-crisis.
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