Teníamos ganas de ir a este restaurante, desde la reciente consecución de su segunda estrella Michelín. Nos sorprendió muy positivamente.
El comedor es sencillamente precioso, con pocas mesas pero muy amplias, elegantemente decorado, muy refinado y con toques modernos. El comensal se siente muy bien acogido, tanto por el espacio que lo rodea como por la presencia del propio chef y director Ramón Freixá, que desde el primer momento está pendiente de asesorar en la elección de los platos y de convertir la velada en una grata experiencia, totalmente alejada del ambiente algo rancio de algunos de los restaurantes más caros de Madrid.
El público, en consonancia con el alto standing del restaurante, va arreglado y es habitual la presencia de extranjeros alojados en el hotel. Es un sitio formal y chic, pero en el que una pareja joven puede igualmente sentirse cómoda con motivo, por ejemplo, de una celebración especial.
En lo referente a la comida, nos decantamos por el menú de degustación (Menú FRX), que nos encantó. El precio de este menú es 80 €, de lo cual se deduce que el target group del restaurante es relativamente reducido. Entre los platos destaca la paletilla de cordero con sobrasada y miel, la tortilla melosa de bacalao, y los “platos de cocina tradicional” como el arroz meloso de sepia y butifarra negra. Se trata de una cocina de calidad, creativa pero sin estridencias, presentada con mimo y cuidando los detalles.
Durante el verano se puede comer o cenar en un patio ajardinado adyacente al comedor principal. Nos lo han recomendado pero aún no podemos opinar porque no hemos estado.
Nuestra valoración general: 9,5/10
GastroTip: Formal. Para celebraciones especiales, cenas con amigos o para impresionar a los clientes!
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